Al quejarse de la reciente decisión del Tribunal de Justicia de la Unión Europea sobre el llamado derecho a olvidar, Eric Schmidt, de Google, ha invocado una intrigante defensa legal para justificar las agresivas prácticas de negocio de su empresa: el derecho a saber. El tribunal quiere que Google permita a los usuarios que indiquen aquellos resultados de búsqueda de sus nombres que sean inadecuados, irrelevantes o que ya no son relevantes, de manera que puedan ser eliminados de los índices de búsqueda. Argumentando que la medida implica una colisión entre el derecho a ser olvidado y el derecho a saber, Schmidt quiere que creamos que el tribunal ha cometido un error, mientras que los sabiondos cerebritosde Google han acertado al primer intento con el equilibrio adecuado.
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