El Consejo de Ministros ha aprobado la que pretendía ser una de las reformas más señeras del Gobierno, la de la Ley de Propiedad Intelectual. Y de momento, lo único que ha logrado es sembrar dudas y escenificar la tensa situación en la que se encuentran las entidades de gestión de derechos. Con un Ministerio de Industria que, en un primer momento, bloqueó la entrada de la reforma en el Consejo, y con un gigante como Google acechando, aún toca esperar al trámite parlamentario.
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