A pesar de tener 60 años, Kellie Maloney, un árbitro de boxeo, pensó que no era tarde para ser lo que realmente había querido siempre: una mujer.
Desde ese momento, el árbitro vestía con ropa femenina, dejó su pelo largo y se empezó a maquillar. Además, inició una terapia hormonal y entrenamientos vocales.
Sin embargo, sus rasgos faciales eran muy masculinos, por lo que decidió pasar por quirófano para someterse a unos pequeños retoques: cambiar y suavizar su nariz, sus párpados y sus mejillas.
Sin embargo, ahí empezó su pesadilla. La operación a la que fue sometida no salió como esperaba y una hemorragia interna casi acaba con su vida. Como se puede ver en la siguiente foto, su cara había aumentado y, como señala el árbitro, “los ojos están sangrando y parecía un monstruo”.
La mujer todavía se está recuperando de las graves consecuencias de la operación, aunque según los médicos cuando se recupere estará satisfecha con el resultado.
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